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LA CAMISETA NO SE VENDE ¿O SÍ?

por Flor Bianco *

LA CAMISETa NO SE VENDE ¿O SÍ?

¿Los clubes siguen cumpliendo un rol fundamental dentro de la sociedad?

Durante mucho tiempo, el deporte fue un espacio de inclusión, de integridad y de generación de vínculos sociales dentro de la comunidad. Hoy en día, esa esencia de los clubes, si bien siguen cumpliendo un rol fundamental dentro de la sociedad, se ve afectada por el impulso que han tomado en el último tiempo las sociedades anónimas en nuestro país dentro del ámbito deportivo, especialmente en el mundo del fútbol.

Es un tema que, sin dudas, genera muchas controversias, pues hay quienes están a favor de que empresas externas a las instituciones decidan invertir en ellas y, por el contrario, quienes se oponen totalmente a esta modalidad, al considerar que los clubes no serían leales a sus principios.

Más allá de las sociedades anónimas deportivas, ya desde hace un tiempo, los clubes han adoptado una lógica empresarial con la venta de jugadores, los contratos con sponsors o el uso de los estadios para otros fines, como conciertos o recitales. En este sentido, es sensato pensar que, a pesar de no ser gerenciados y seguir contando en cierto punto con esa esencia básica de club, no dejan de buscar una rentabilidad económica a través de sus actividades comerciales.

Los hinchas, protagonistas fundamentales del deporte, se ven cada vez más afectados por estas medidas. Las entradas cada vez son más caras, y las tribunas y palcos se llenan de invitados que nada tienen que ver con el club, sino con los sponsors.

 Además, se debe pagar una suscripción para poder ver los partidos, por lo que el fútbol, que en algún momento fue parte del tejido social cotidiano, se convierte en un producto de consumo. Es decir, el hincha ahora es también un cliente.

De esta forma, el deporte ya no es un terreno impoluto, ajeno a las condiciones del mercado y la política; por el contrario, está directamente influenciado por ellas. Por eso, es de carácter urgente seguir defendiendo a los clubes como espacio de inclusión social y no permitir que se conviertan meramente en empresas donde lo más importante sea la ganancia. Lo ideal sería encontrar un equilibrio entre ambas dimensiones, y que ese modelo sea verdaderamente redituable para todos. Esto también implica repensar el rol del Estado, que muchas veces regula —o deja de regular— estas dinámicas, permitiendo que los intereses económicos avancen sobre los valores sociales del deporte.

Entonces, es importante detenerse a pensar y hacerse ciertos interrogantes: ¿queremos instituciones que funcionen como empresas, donde lo principal sea el interés económico? ¿O queremos seguir manteniendo a los clubes como espacios de inclusión y de generación de identidad? Elegir esto último no significa rechazar los avances o ingresos, pero sí implica poner en primer lugar a quienes dieron —y siguen dando— vida al deporte: la gente.

* Estudiante de PD – Materia: Historia Social del Deporte

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